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Los agustinos recoletos agradecen a Benedicto XVI su amor a san Agustín y le felicitan en su 86 cumpleaños

De alguna forma, los agustinos recoletos se sienten en deuda con el papa Ratzinger y, cuando acaba de retirarse a la vida privada y de cumplir 86 años (el pasado 16 de abril), le manifiestan su agradecimiento con un pequeño detalle: dando a conocer un material muy próximo a él y, como él, propagador en el pasado de la figura de san Agustín. Si, en los últimos tiempos, ha sido un papa bávaro el gran difusor del pensamiento agustiniano, en el siglo XVIII también vino de Baviera una de las obras que más han influido en el conocimiento y la representación plástica del Santo de Hipona.

En homenaje a Benedicto XVI ofrecemos un montaje digital que lleva por título: “El otro Agustín que vino de Baviera”. Presentamos un ramillete de láminas sobre la vida de san Agustín, un álbum de diseño barroco y densidad de conceptos impreso en la tierra de Benedicto XVI. Sus autores fueron el pintor Johann Anwander y, como grabadores, los hermanos Joseph Sebastian y Johann Baptist Klauber. Vio la luz en Augusta (Aubsburg), a pocos kilómetros del pueblo natal de Ratzinger, el año 1758.

Dos siglos y medio antes del Papa bávaro, el álbum de Anwander y Klauber llevó a cabo una labor semejante a la suya, de difusión de la figura de Agustín. Se extendió por todo el mundo y sirvió de inspiración a todo tipo de artistas. Incluso en el siglo XX, para solemnizar el XVº Centenario de la muerte del Santo (1930) o el XVIº de su nacimiento, tanto agustinos como agustinos recoletos se sirvieron de las viejas láminas editadas en Baviera, reproducidas después en Barcelona. En los conventos españoles de Marcilla, Monteagudo y San Millán de la Cogolla puede contemplarse la colección en láminas ampliadas y adecuadamente enmarcadas.

Son un total de 19 planchas concebidas a modo de cómic, con abundantes leyendas tomadas básicamente de la Biblia y de las Confesiones de san Agustín. Los textos están todos en latín, por lo que se ha hecho necesario traducirlos al español y explicarlos convenientemente. En fin, como fondo musical más a tono, se ha buscado una melodía alemana que hablara de san Agustín; en concreto, el aria “Or mi pento” del oratorio “La conversione di Sant’Agostino”, compuesto en 1750 por Johann Adolf Hasse, en ejecución de la Akademie Für Alte Musik de Berlín.