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Los agustinos recoletos dan gracias a san Pío X con una eucaristía sobre su tumba, en la Basílica Vaticana

Ellos eran 24, con el prior general, Miguel Miró, a la cabeza. Y celebraban la eucaristía en una capilla lateral de San Pedro, la segunda de la izquierda, al pie de la Basílica. Es la capilla presidida por el cuadro de la Presentación de la Virgen, obra de Francesco Romanelli (1640); una escena tradicional de gran significado para los religiosos allí congregados.

Bajo el altar de esta capilla, y a la vista de los fieles, se encuentra el cuerpo de san Pío X (1904-1914), el Papa que en 1912 concedió el título de Orden a los agustinos recoletos, nacidos como comunidad varios siglos antes, en 1588. De aquel acontecimiento, y hasta el próximo 15 de septiembre, los recoletos aún están celebrando el Centenario, razón por la cual este Curso de Renovación ha tenido lugar en la Ciudad Eterna.

De alguna manera, era toda la Orden la que ese día se acercaba a san Pío para darle las gracias. Aunque, en realidad, la celebración eucarística era, y siempre es, acción de gracias a Dios por Jesucristo, que a lo largo de los tiempos ha llamado a su seguimiento a tantos agustinos recoletos. Desde el principio, ese fue el tono y el mensaje que el Prior General destacó repetidamente, de modo especial durante la homilía.

Benedicto XV

Haren Los concelebrantes Otro punto que también subrayó Miró en su homilía fue el de la eclesialidad de la Orden. El Papa representa a la Iglesia, y fue ésta la que concedió a los recoletos su máxima distinción como Orden. Y ella es también la que sigue confiando en los agustinos recoletos, a los que continuamente llama a la renovación. Testigo excepcional de este mensaje era, curiosamente, otro Papa que en vida tuvo mucho trato con los frailes recoletos: Benedicto XV (Giacomo della Chiesa, 1914-1922), cuyo sepulcro es bien visible en esta misma capilla.

De acuerdo con esta sensación, que se imponía a todos los presentes, la misa entera se volvió una oración por el conjunto de la Orden: sus religiosos y formandos, las monjas y hermanas agustinas recoletas, los seglares de la fraternidad seglar y los jóvenes agustinos recoletos. Y se concluyó con una sencilla oración a san Pío X, especialmente compuesta en la Orden para el Centenario de su tránsito (2014), y con el himno a san Agustín, como colofón final.