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Fallece el escultor Gerardo Martí, uno de los impulsores de la Ciudad de los Niños

Artista español, radicado en Costa Rica desde hace más de 50 años, ha sido un espíritu inquieto, que encontró en el arte la mejor forma de realizarse como ser humano.

Gerardo Martí mantuvo desde 1969 una relación muy estrecha con la Ciudad de los Niños. Desde muy joven compartió con los frailes agustinos recoletos el entusiasmo por esta obra. Impulsó muchos talleres de creación artística a favor de los internos con su carácter siempre amable y generoso.

A lo largo de tantos años de relación tan estrecha, consiguió bienhechores que han aportado sus bienes y conocimientos a la formación de los alumnos;  también acercó el mundo universitario a la Ciudad de los Niños, con presencia de catedráticos y organización de cursos diversos para los alumnos. Consiguió varias donaciones de obras de arte para la institución. La gran mayoría ahora enriquecen el acervo cultural de la Ciudad de los Niños, convirtiéndose así en un gran museo al aire libre.

Los niños, inmersos en el proceso creativo

Su entrega a la Ciudad de los Niños está plasmada de manera imperecedera, en todas las obras que realizó y que son visibles en las instalaciones. Desde la enorme talla en madera del “Resucitado” que llena el altar de la iglesia, hasta “La fuente” que se ha convertido en síntesis y símbolo de la misión de la Ciudad de los Niños.

En el aspecto pedagógico, su manera de trabajar consistía, en sus propias palabras, en “acompañar, sacándoles de la rutina y metiéndoles en el proceso creativo”. Es por eso que en muchas de las obras que tiene en la Ciudad y en cerca de 25 iglesias en toda Costa Rica, los alumnos de la Ciudad han participado y ayudado a su desarrollo. “Los muchachos después de haber hecho una obra y de participar en todo ese proceso de pensamiento, salen cambiados positivamente, y esto es todavía más importante que la obra en sí”, señalaba el catedrático.

El 15 de septiembre de 2008, con motivo de la celebración de los 50 años de la institución, el prior general de la Orden de Agustinos Recoletos lo nombró hermano general de la Orden “por su amistad y por los continuos y desinteresados servicios a favor de las comunidades de la Provincia de San Nicolás de Tolentino”.

Subjetividad poética

En Europa inició su vida artística, realizando estudios en el taller de escultura del maestro Kart Schneider en Würzburg, Alemania. En este país presentó su primera exposición en 1966, una vez que concluyó sus estudios de arte. Más tarde expuso en España, en su ciudad natal de Valencia. Desde 1969 había residido en Costa Rica, donde inició su labor docente en el campo de las artes, primero en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Costa Rica, y más tarde en la Escuela de Arte y Comunicación Visual de la Universidad Nacional.

Los elementos que han caracterizado las obras de Martí se basan en poner la imaginación a interrogar a la experiencia; el autor intenta cuestionar las realidades objetivas y adentrarse en la esencia de los objetos: “Lo que represento plásticamente no es lo que está externo a mí, sino lo que yo siento que está; independientemente de su verdad objetiva, me interesa la subjetividad poética, es decir, mi relación emocional con las cosas”, afirmaba Martí el año 2004, en la inauguración de una de sus exposiciones.

En una entrevista de hace algunos años expresó: “Que cada uno viva su vida de amor, de comprensión y de ayuda a los demás, pero que no hable ni escriba, ni luche por estos ideales viviendo al mismo tiempo una vida muy distinta.