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La Pasión, con los ojos de san Juan. En procesión con las hermandades de Luque

Este año 2016, la portada de la Revista nos tocaba a la Hermandad de San Juan y Nuestra Señora de Gracia y Angustias. Y hemos querido titularla “La Pasión a través de San Juan”, porque hemos representado la escena del Calvario, donde Nuestra Señora de Gracia y Angustias eleva su mirada a Cristo que, en sus últimas palabras, da a san Juan, como madre, a la Virgen; y, en san Juan, nos la da como madre a todos los cristianos. De manera que a los pies de la cruz todos debemos sentirnos representados en San Juan: —Mujer, ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu Madre. Como fondo, nuestra Sede, la iglesia del Convento, ofrece recogimiento a tan sublime escena.

La mirada de Juan

Pero, a todo esto, ¿dónde está San Juan Apóstol? Nuestro Santo se encuentra del lado del espectador; está junto a nosotros, que contemplamos la escena desde la puerta de la iglesia: por ello su sombra se proyecta hacia el interior del templo. Que veamos en las virtudes de san Juan (amor, lealtad, fidelidad, sapiencia, elevado espíritu…) un camino para encontrarnos con Cristo, y hacerlo con un espíritu de fraternidad para con nuestros semejantes. Éste es el mejor culto que podemos rendirle al Señor. Lo demás –seguramente- es menos importante a los ojos de Dios; o puede que se quede en un folclore vacío de contenido y estéril.

Hoy como ayer

Sirva esta portada para mayor alabanza de nuestros Sagrados Titulares y como tributo a la Orden de Agustinos Recoletos que nos legó este templo que es la iglesia de Nuestra Señora de Gracia, vulgo “del Convento”: convento de San Nicolás de Tolentino. Los agustinos recoletos, presentes en Luque desde 1626, velaron por nuestros Sagrados Titulares hasta su expulsión, en 1835. Quizás ellos mismos encargasen su hechura.

Después de 180 años, los agustinos recoletos volvían a encontrar a su Virgen de Gracia. El pasado 7 de noviembre, un grupo de ellos se desplazaba a Luque desde Granada y celebraba una eucaristía. El presidente de la celebración, fray Miguel Ángel Hernández, evocaba distintos momentos y personajes de la vida diaria del convento recoleto.

Y terminaba: “Finalmente, me gusta imaginar a los frailes rezando a la Virgen de Gracia, acogiéndose a su patrocinio, derramando su corazón y sus lágrimas en su regazo maternal. Me gusta imaginar a los frailes cantándole la Salve con sus velas encendidas, contándole sus amarguras y sus penas, declarándole su amor, pidiendo su Consejo, buscando su Consuelo, implorando su Gracia”.

También los frailes de hoy y cuantos con ellos se relacionan desde el umbral de la puerta, como san Juan, fijan la mirada en esta Virgen de Gracia para seguir y vivir el misterio de la Muerte y Resurrección de su Hijo, Jesús.

 

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