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«El Padre Benjamín fue un gran hombre de Dios y gran panameño»

Más de 300 personas despidieron al agustino recoleto Benjamín Ayechu, que falleció el pasado domingo a los 92 años. Su extensa y ardua tarea por la educación en Panamá le llevó, entre otros, a recibir la Orden de Vasco Nuñez de Balboa o la distinción ‘Pro Ecclesia et Pontifice’. «Su vida no se entendía sin Panamá», dijo el cardenal agustino recoleto José Luis Lacunza

Panamá, a las puertas de celebrar la Jornada Mundial de la Juventud, despidió con pesar al agustino recoleto Benjamín Ayechu, quien falleció el pasado domingo a los 92 años. Los panameños guardan un amplio espacio en su corazón para el «padre» sencillo que, siendo español, trabajó y se preocupó por la educación de sus ciudadanos, creando entre otras obras el Colegio San Agustín, de Agustinos Recoletos, y la Universidad Católica San María la Antigua (USMA). Fue esa incansable labor y su enorme amor por Panamá lo que llevó a obtener la Orden de Vasco Núñez de Balboa, las llaves de la ciudad de Panamá o la distinción más alta de la Santa Sede: ‘Pro Ecclesia et Pontifice’.

El dolor de su pérdida quedó demostrado en su sepelio. Más de 300 personas acudieron para despedir al padre Benjamín. Entre ellos, el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela. Precisamente el Gobierno, además de la USMA, enviaron tras su muerte una nota oficial lamentando su fallecimiento. El cardenal agustino recoleto José Luis Lacunza presidió la eucaristía que contó con la presencia de seis obispos -entre ellos el obispo de Panamá, José Domingo Ulloa- y más de 20 sacerdotes. El Prior general, Miguel Miró, y el Prior provincial de la Provincia Nuestra Señora de la Candelaria, Albeiro Arenas, también estuvieron presentes en la eucaristía.

Los religiosos presentes portaron el cuerpo hasta el altar donde, como en el día de su ordenación, fue colocado en el suelo. Encima se le colocó una casulla, las Sagradas Escrituras y las Constituciones de la Orden de Agustinos Recoletos. Los centenares de personas que se congregaron en la parroquia San Lucas, donde tuvo lugar el sepelio, lo hicieron con «corazón agustiniano», como indicó el Cardenal Lacunza, quien definió a Benjamín como una persona con corazón «tozudo, arriesgado, generoso y servicial».

Para él, «Benjamín era un gran hombre de Dios y un gran panameño». Y es que el agustino recoleto natural de Navarra fue una persona que se enamoró de la tierra panameña hasta el mundo de querer ser enterrado aquí. «Fue un gran hombre de Dios no por estar al margen de la vida humana sino porque miraba con los ojos de Dios a los seres humanos; y por verlos en Dios, los amaba como Dios y se entregaba a ello», dijo el cardenal obispo de David.

José Luis Lacunza resaltó especialmente la labor educativa de Benjamín. «El mejor homenaje que le podríamos hacer a Benjamín sería decidir que la educación en Panamá sea lo primero», dijo. Su amor por Panamá lo tradujo en el esfuerzo incansable por la educación de los panameños, indicó.

Concluyó con unas palabras directas para el religioso: «Nos pusiste la meta muy alta. Ciertamente el listón de tu vida, de tus aspiraciones y de tus logros nos dejan muchos retos. Y nos dejas, hiciste tu parte que no fue poca, pero es mucho lo que queda. No nos dejes, míranos desde arriba con ese mismo corazón generoso, sincero, servicial y sencillo, como nos mirabas cuando estabas abajo. Y ahora que estas más cerca de aquel a quien entregaste tu vida como religioso y como sacerdote, ruega por nosotros, ruega para que no dejemos de soñar como tu, para que no dejemos de empeñarnos como tu, para que no dejemos de amar a nuestros hermanos como tu, para que no dejemos de ser panameños de todo corazón, como tu. Bendícenos desde el seno del Padre».