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Las últimas Misioneras Agustinas Recoletas de Argentina

Las Misioneras Agustinas Recoletas han concluido su presencia en Argentina tras 20 años en el país, un momento triste pero a la vez ilusionante por los nuevos retos.

El sábado 23 de noviembre de 2019, quedará escrito en el libro de la historia de las Misioneras Agustinas Recoletas, porque las últimas de Argentina, la Hna. Isaura de Oliveira y la Hna. María Josefina Casagrande cerraron la última comunidad y se despidieron del país. La primera va para Ecuador, y la segunda a Brasil. Las MAR de Argentina dejaron más de cuatro décadas de labor pastoral en Buenos Aires. Después de un discernimiento, con la finalidad de fortalecer algunas comunidades y lugares de misión, se ha tomado la decisión de dejar el país.

La comunidad de la casa Madre Ángeles, en la Calle Tupiza N. 2727, Caseros, Buenos Aires, fue la última que dejaron las MAR. Cerraron las puertas sabiendo que no volverán a ella. Fue una casa que abrieron hace 20 años «cuando había muchas vocaciones, muchas chicas querían conocernos y querían tener una experiencia de vivir con nosotras», manifiesta la Hna. Josefina. Fue una comunidad que «se dedicaba a la formación (de novicias y junioras), dar clases en el colegio y el trabajo pastoral de la parroquia con los grupos de catequesis», añade Josefina.

Cerrar las puertas de una comunidad sabiendo que no estará ninguna misionera agustina recoleta más en ella «es un dolor muy grande. Es un momento de cruz, fuerte, que a veces uno no consigue identificar lo que siente. Es como sentimientos encontrados», declara la Hna. Isaura. Sentimiento que también comparte Josefina: «La gente nos quiere mucho. Recuerdan a todas las hermanas, las de antes y a las de ahora. Recuerdan los trabajos en los que hemos estado. Creo que dejamos aquí una marca, pero siempre hay dolor de dejar a la gente, porque llegamos y nos hemos hecho familia. Y ahora supone desgarrarse de la familia. Pero tenemos el consuelo de saber que pasamos por acá tantas hermanas y han dejado la semilla».

Aunque el dolor esté presente, el sentido de sus vidas está en Cristo, a pesar de que uno se puede «quedar mirando: uno como consagrado está, sabe que un tiempo estamos en un lugar, sobre todo nosotras como misioneras, estamos dispuestas; pero, el cierre de dos comunidades y la salida de un país, es un desgarro muy grande. Es un tiempo de cruz, pero sabiendo que resucitaremos», dice Isaura.

Las decisiones que se han tomado se ven desde la mirada de Dios, «como es el Espíritu que estuvo desde el origen con nuestros fundadores y fue Él quien nos impulsó desde el inicio, que los llevó a China, a España y Latinoamérica, y esperamos que sea esa mismo Espíritu que nos impulse a nosotras para que sigamos viviendo y actualizando nuestro carisma en medio de esta crisis, que no solo afecta a nuestra congregación, sino a todas las congregaciones», agrega Isaura. A pesar de que han disminuido en número, la Hna. Josefina toma conciencia de lo que el fundador decía que «con tres hermanas que sacó de la clausura para ir a China se iba a recorrer el mundo, y nosotros somos más de tres hermanas; por lo tanto, tenemos la esperanza y la fortaleza de dar la vuelta al mundo».