Una palabra amiga

A vueltas con la nueva normalidad

El autor reflexiona sobre la nueva normalidad y la realidad social durante y después del COVID-19.

Desde que, allá por el mes de marzo del año pasado, se decretó el Estado de Alarma en España, el presidente Sánchez habló de que una nueva normalidad tendríamos entre las manos cuando la pandemia quedara atrás en nuestra memoria. Creíamos que ya para el verano estaríamos donde estuvimos. No ha sido así,

Muchos, yo entre ellos, no dejamos de preguntarnos en qué consistirá esa dichosa «nueva normalidad» teniendo en cuenta que la pandemia, como dicen algunos de los expertos, ha venido para quedarse con nosotros y no tenemos otra que aprender a convivir con ella y tratar de sortearla de la mejor manera posible, con vacuna o sin ella.

Si en algo, según parece, todos, expertos y ciudadanos de a pie, estamos de acuerdo, es en que esa nueva normalidad será nueva, no tanto por su novedad sino porque muchas de las cosas que formaron parte de la anterior normalidad con la que todos estábamos familiarizados no volverán, o no podremos rescatar para mantenerlas vivas. ¿Será que la pandemia en sí se va a integrar a nuestra «nueva normalidad» como cada año se nos recuerda que siguen vivas la gripe y las alergias?

A parte de la pandemia, la gripe y las alergias, algunos sesudos analistas de la realidad apuntan a un componente de la nueva normalidad que va a condicionar nuestra forma de vivir en el futuro desde ya. Ha caído en mis manos un informe en el que se habla, como si de una nueva pascua se tratara, o de una nueva normalidad, del paso de la burocracia a la tecnocracia. Esto es más que un juego de palabras. Pone al descubierto dos formas de control y dominación radicalmente distintas. La nueva normalidad, siguen advirtiendo los expertos, descansa o se apoya en la tendencia a la digitalización que se está imponiendo en el mundo. Esta tendencia que ya parece irreversible «cibernetiza», -tal vez la RAE debe tomar nota de esta palabreja y sumarla al diccionario- cambiará nuestra forma de establecer las relaciones humanas. Del control burocrático vamos a pasar al control tecnocrático gracias al enorme poder de las redes que todos, en mayor o menor medida usamos. 

Para poner un poco de claridad en todas estas sospechas, alguien tuvo la genial idea de sondear opiniones de expertos para esbozar cómo se vería la sociedad en esto que llamamos nueva normalidad.

Recojo algunas ideas que se apuntan. La primera es que la pandemia, que todos pensábamos era algo meramente temporal y de corto recorrido, ya forma parte de la nueva normalidad y se asemeja mucho a lo que ya estamos viviendo desde hace meses. O sea, a la normalidad de antes tendremos que añadir la condición de pandemia permanente. (¿?)

El trabajo a distancia, eso que llamamos teletrabajo online, se impondrá cada vez más, no ya como emergencia para seguir la productividad. Se va a imponer porque «permitirá un mayor control absoluto de los operadores, que es el nuevo nombre que tendrán los trabajadores».

Los grandes edificios y corporaciones de oficinas que hoy dan imagen a la prosperidad de una ciudad, quedarán reducidos a monumentos de la era burocrática industrial. 

Familiarizados como estamos ya en las video-conferencias y el teletrabajo puede que ya no sean necesario los viajes y congresos científicos pues las plataformas digitales producirán espacios virtuales, tan reales o quizás hasta más, que esos encuentros prensenciales en los que se aprendía algo y se hacía mucho turismo. Tal vez ya ni los hoteles sean tan necesarios, ni habrá tantos.

También leo que «las casas se adaptarán al trabajo diario», es decir, una nueva arquitectura emerge. “Lo que quedará es un mar de vidas moleculares. Las cenas con los amigos, la familia o eventos casuales sucederán de vez en cuando durante el mes”.

La fuerza laboral se reducirá dramáticamente. Se avecina una era de despidos sin precedente en la era moderna. Las jornadas de trabajo se ampliarán a las cifras donde se encontraban en el siglo XIX. 

Y concluye su mirada hacia el futuro diciendo que “el confinamiento actual representa tal vez el primer y más gigantesco experimento empresarial para transformar la docilidad y adaptabilidad social de la jaula de hierro a la nueva jaula.Me da miedo esta nueva normalidad que algunos vislumbran y no me gusta nada. La veo muy fatalista. Yo sigo pensando que “lo mejor está por llegar” y no lo peor.

Miguel Ángel Ciaurriz OAR