Una palabra amiga

Adiós 2020 y bienvenido 2021

Desde Chota (Perú), el autor reflexiona sobre el año terminado y anima a comenzar con fuerza el nuevo año.

Vamos a reflexionar cómo nos fue el año que ha terminado y qué esperanzas tenemos para el nuevo año que ya hemos entrado. Así que hagamos un recordatorio y una presentación de los retos con los que comenzamos este año.

Haciendo un pequeño balance, en realidad, yo creo que todos estábamos deseando que acabara el 2020. La fragilidad de nuestras vidas ha sido y sigue siendo nuestro denominador común. Un enemigo invisible, mortal, que no tiene frontera alguna está arrasando todo lo que apreciamos: la familia, la cultura, la economía, modos de vida, tradiciones… El maldito virus va a dejar en la retina de nuestros ojos y en nuestro corazón muchas imágenes de dolor, sufrimiento, soledad y de vacío. ¡Cómo olvidar la catedral de Lima llena de fotografías con las imágenes de todos los que habían muerto hasta ese entonces! ¡Cómo olvidar el Palacio del Hielo de Madrid, convertido en una gran morgue! O la soledad del Papa en la plaza de san Pedro en Semana Santa; el sufrimiento que no hemos visto pero que nos lo imaginamos de muchas UCIs de todos los hospitales de Perú, en Iquitos, Piura, Chiclayo, Arequipa, Lima y de todo el mundo; el vacío de nuestros templos en los días de Semana Santa y los Domingos y fiestas de guardar.

Pero también es cierto que en medio de este panorama desolador han aparecido signos de esperanza que han paliado nuestra baja moral: jóvenes que vienen poco a la Iglesia, pero que han echado una mano para ayudar en hacer y distribuir canastas de alimentos. Así vimos el coliseo Haren Alde lleno con 5.000 saquetas o costalillos de la municipalidad de Chota listas para repartir; saquetas con alimentos comprados con dinero proporcionado a través de Caritas a las parroquias de la prelatura, sobresaliendo entre ellas, la nuestra de Santa Mónica que llegó a casi todas las comunidades campesinas, la colaboración de ARCORES con 50 canastas durante tres meses y con el Proyecto Estrella que llega a 152 familias trimestralmente; los desayunos y bolsas de alimentos llevados quincenalmente por la parroquia Santa Rita de Casia a los pueblos jóvenes de Lima o de otras instituciones altruistas, como jóvenes voluntarios que se prestan a colaborar y trabajar para llevar los alimentos a los caseríos del campo. Personas mayores, que no podían salir de sus casas han sido atendidos por sus hijos u otras más jóvenes con los alimentos o los medicamentos; prestarse celulares o radios para que los niños puedan seguir las clases por internet; llamadas de teléfono y wattsapp para interesarse por la salud de los conocidos o familiares.

Entrando ya al año nuevo nos toca darle la bienvenida aferrados a la esperanza. Con las palabras de la carta a los Romanos debemos recordar: “…la dificultad produce entereza, la entereza virtud probada y la virtud probada esperanza; y esa esperanza no defrauda, porque el amor que Dios nos tiene inunda nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha dado”. La razón para nuestra esperanza es en definitiva Dios porque para él nada ni nadie serán olvidados, nada hay imposible. Y la pandemia, finalmente, será derrotada entre los médicos con su ciencia y Dios, el coronavirus será vencido. La última palabra no la tiene la muerte sino la Resurrección de nuestro Señor. Ya las vacunas en algunas naciones han comenzado y en nuestro país esperamos que no tarden en llegar. Mientras tanto debemos seguir cuidándonos unos a otros y no exponernos sin motivo. No hacer fiestas o bailes que aproximan mucho a la gente y pueden extender el virus. Seamos responsables que en tres o cuatro meses, seguramente, ya estaremos librándonos de este mal que tanto nos aqueja y hace sufrir.

Aún tenemos más motivos para empezar con buen pie el 2021. Hemos celebrado el 1° de enero la 54 Jornada Mundial de la Paz, en la que el mensaje del Papa, que dirige a los jefes de las naciones, nos ha dicho que construyamos la Cultura del Cuidado lo cual significa preocuparnos más por el bien común, no ser tan egoístas, ni individualistas, por consiguiente ayudarnos y trabajar unidos por construir una sociedad mejor. En otras palabras, que todos hemos de trabajar por construir la paz en nuestra familia, en nuestros caseríos o pueblos, en nuestro país. Esto debemos pedirle al Señor, que nos conceda la paz y que tengamos siempre a Dios de nuestro lado para pasar un año lleno de bendiciones.

Nos hemos felicitado el Año Nuevo, esto quiere decir, que no sólo te deseo que seas feliz este año, sino que haré todo lo que pueda para que lo seas de verdad. Te comprenderé, te ayudaré, multiplicaré mis gestos de ayuda. Me esforzaré para que nuestra convivencia sea más feliz. Un año nuevo es una oportunidad que el Señor nos concede para llenar nuestra vida con buenas obras. No importa lo que hayamos sido antes, ahora podemos cambiar y ser diferentes. El año 2021 será feliz si verdaderamente nosotros así lo queremos. San Agustín nos dice: “Los tiempos serán buenos, si nosotros también lo somos”. Ánimo, y comencemos el año con buen pie, con optimismo y con alegría, porque como solemos decir, si lo entendemos bien: “Que todo el año deber ser Navidad” porque Dios es el Emmanuel, el que siempre está con nosotros. ¡Bienvenido 2021!

Ángel Herrán OAR