Una palabra amiga

Mujeres acólitas y lectoras

El autor reflexiona sobre el Motu Propio publicado por el Papa Francisco en el que permite el acceso a los ministerios laicales a las mujeres.

Hace unas semanas escuchábamos la noticia que el Papa Francisco había autorizado con un Motu proprio (Por propia iniciativa) que los ministerios laicales de Acolito y Lector puedan darse de un modo ordinario a los laicos, incluidas las mujeres. Esto al principio causó algo de revuelo, pero veremos que, bien entendido, no es sino un paso adelante conforme al Derecho Canónico.

Hagamos un poco de historia. El Papa San Pablo VI a lo que antes se llamaban Ordenes Menores, como el acolitado y lectorado, dijo que en adelante se llamarían Ministerios Laicales, lo cual venía a decir que se abrían a los laicos dichos ministerios. Lo que ocurre es que hasta ahora, como acólitos y lectores, instituidos como tales, sólo se les hacía a los hombres, particularmente a los que iban para el sacerdocio. Claro que ya se daba en la Iglesia el que las mujeres hicieran de acólitas o de ministras extraordinarias de la comunión en las parroquias, pero sin ser instituidas como acólitas. En cambio ahora, pueden ser instituidas por el señor Obispo como acolitas y lectores de forma oficial. Esto significa que en adelante puedan ejercer de modo ordinario de acólitos y lectores tanto mujeres como hombres. En el no. 903 del CEC dice: “Los laicos, si tienen las cualidades requeridas, pueden ser admitidos de manera estable a los ministerios de lectores y de acólito” (Can.230, 1)

Yo creo que aquí ha podido influir la necesidad que se tiene, principalmente en la Amazonía, pero también en los Andes y en otras partes del mundo, porque en Europa también ya lo están necesitando, de personas bautizadas que se impliquen más en las actividades de la Iglesia. Así por ejemplo, que cuando hay muchas personas para comulgar que no sea sólo el sacerdote quien reparta la comunión, o un diácono permanente, sino que pueda ser ayudado por hombres y mujeres que están debidamente preparados e instituidos como acólitos. Y lo mismo diremos de los lectores. Se busca que haya un grupo en cada parroquia capacitado para hacer bien y con competencia las lecturas bíblicas para que sea verdaderamente el Domingo de la Palabra de Dios, como ha sido este 24 de enero. Pero para ello, claro hay que capacitarlos y prepararlos antes debidamente.

Algunos quizá entiendan con esto que el Papa está abriendo la puerta de la ordenación sacerdotal de las mujeres. Esto no es así. Aquí lo que se reconoce es una forma más activa de ejercer el sacerdocio común o de los fieles, pero no es una puerta abierta al orden sacerdotal. La Iglesia no tiene en absoluto la capacidad de admitir a las mujeres al sacerdocio. Eso no es posible, como está dicho bien claramente en el no. 1577 del Catecismo de la Iglesia: “Sólo el varón bautizado recibe válidamente la sagrada ordenación” (CIC 1024). El Señor Jesús eligió a hombres para formar el colegio de los doce apóstoles y los apóstoles hicieron lo mismo cuando eligieron a sus colaboradores. Esta es la razón por la que las mujeres no reciben la ordenación sacerdotal. Sin embargo, podemos añadir que el Papa ha nombrado una Comisión expresamente para estudiar el caso de si las mujeres pueden llegar al diaconado, porque en la primitiva Iglesia de Jerusalén se habla de que había algunas diaconisas. Pero esto es algo que aún está en estudio por dilucidar.

¿Qué conclusiones prácticas sacamos de todo esto? Algo muy sencillo, que ahora el Obispo puede instituir de forma ordinaria y estable a hombres y también a mujeres en el ministerio del acolitado y lectorado. En nuestra prelatura aún no se han dado estos casos, ni siquiera de institución de laicos varones como lectores o acólitos, pero en adelante se podrán dar. Así de esta manera en cuanto a los lectores contaremos con gente más preparada para leer la Sagrada Escritura en el templo y en cuanto a las mujeres que pueden acolitar en la misa y ayudar a dar la comunión en el templo y llevarla a los enfermos del campo, como digo, de una manera ordinaria porque han sido instituidas para ello. Porque se da el caso en las iglesias que hay sacerdotes ancianos y a la hora de la comunión no tienen a nadie que les ayude. Con esta medida se pueden solucionar estos problemas si tenemos estos acólitos instituidos como tales.

Sin embargo, conviene aclarar que la función principal de los laicos, hombres o mujeres, no está en ese servicio a la Iglesia de acólitos y lectores, sino en cumplir su vocación. ¿Cuál es? “La vocación propia de los laicos es buscar el Reino de Dios ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según Dios…A ellos de manera especial les corresponde iluminar y ordenar todas las realidades temporales, a las que están estrechamente unidos, de tal manera que éstas lleguen a ser según Cristo, se desarrollen y sean para alabanza del Creador y Redentor” (LG 31).

Así que sin quitarles esta primera obligación de la inserción en las realidades sociales, políticas y económicas a los laicos, y particularmente a las mujeres, se les permite en adelante ejercer de acólito y lector en las asambleas eclesiales lo cual servirá de alivio a los sacerdotes y al mismo tiempo para realizar mejor las celebraciones litúrgicas y llevar más frecuentemente la comunión a los enfermos, sobre todo a los más alejados y distantes.

Como siempre nuestro Papa Francisco ha estado iluminado por el Espíritu Santo y lo ha hecho en bien de toda la Iglesia al darnos este Motu propio.

Ángel Herrán OAR