Una palabra amiga

Música religiosa en pandemia

El autor aborda la música religiosa que ha abundado en la Orden de Agustinos Recoletos.

El último retiro de agosto sobre “La música, oficio de amantes”, enviado por el secretariado de espiritualidad, me ha parecido interesante y con algunas aplicaciones prácticas que quiero compartirles.

En tiempos no muy lejanos en nuestros seminarios se cultivaba la música mediante el aprendizaje primero del solfeo y luego del piano, de la rondalla y posteriormente hasta de la guitarra eléctrica y la batería. El P. Justo Rioja nos enseñó cantos del gregoriano y también  folklóricos a cuatro voces, que luego entonábamos en la sobremesa de los almuerzos o cenas festivos..

En la prelatura de Chota hubo buenos músicos que compusieron notables cantos religiosos. Así el himno a la Virgen de la Asunción de Cutervo en 1944 por los padres José, letra, y Domingo Carceller, música. El himno al colegio Toribio Casanova lo compuso el P. Fermín Zabalza. Los gozos a la patrona de Chota los compuso el P. Ángel Sáenz, letra, y la música el P. José Carceller. En años posteriores, el P. Jaime Quijano (+) y el P. Jacinto Anaya le dieron un gran impulso con el folleto de cantos Rezamos al Cantar, que en sus inicios había nacido impreso con el mimeógrafo de manos del P. Fortunato Pablo. Este cantoral ha sido un gran “best seller” que ha tenido múltiples ediciones, siendo el libro de bolsillo principalmente de nuestros catequistas. En la actualidad, desde hace varios años, los sábados Radio Santa Mónica emite un programa musical de una hora antes de la misa titulado “Canta y Camina” y los domingos media hora antes de transmitir la misa emite canciones religiosas. Esto favorece mucho sin duda el oído musical de nuestros fieles, al menos de los que lo sintonizan con frecuencia.

En estos tiempos de pandemia nos estamos sirviendo de música grabada por solistas, dúos y coros que cantan muy bien y cuyas melodías sirven para acompañar en las misas, rosarios y horas santas que se pasan por el Facebook,. Ciertamente que nos puede servir para aprender y cantar bellas canciones que tienen un mensaje muy positivo. Es la mejor forma de contrarrestar tanta música y letra sin sentido o a veces procaz que se propaga por las redes sociales y los medios de comunicación. Una buena canción eleva el espíritu y alegra el alma. Por eso, es claro que la “música es oficio de amantes”.

Hace unos pocos años atrás las melodías del P. Miguel Castillo con sus Cds “Ven y Sígueme”, vocacional, o “Vendrá el Señor”, adviento y navidad nos han calentado el alma. Así como el bonito Cd “Mi vida en ti” del colegio Ciudad Salitre de la Provincia de la Candelaria. Hay otros más, pero estos son  los más conocidos para mí. En la actualidad el P. José Manuel González Durán ya tiene en su haber varios Cds entre ellos “Camino de Santiago”, “Vendremos a él”, “Agustín, íntimo”, “Confieso tu amor”, y además, con la colección Todo en Dios ha puesto música a muchos himnos de laudes o vísperas de santos de la Orden, los últimos de Santa Mónica y San Agustín que se pueden ver en Facebook o Youtube.com.

En la página 4 del Retiro agustiniano citado dice “que el canto y la música ocupó un lugar esencial en la vida y en la experiencia espiritual de san Agustín”. El mismo Agustín nos dice que los Salmos de David y los cantos en la Iglesia de Milán conmovieron profundamente su corazón y la música fue un acicate que aumentó su profundo deseo de regresar a Dios. Y concluye diciéndonos que “el cantar es función de alegría y, si lo consideramos atentamente, oficio de amor” (S.34,1).

De aquí podemos deducir que hemos de cultivar la música desde los primeros años de la formación de un religioso. Y sería muy bueno, que todos los formandos aprendieran a tocar al menos un instrumento musical porque les ha de servir en su labor pastoral en parroquias, colegios o misiones. Frente a la música ramplona y vulgar que muchas veces escuchamos en la calle, medios de transporte, radio y televisión, el religioso tiene que contar con un buen acervo de cantautores de música cristiana , que sí los hay, con los cuales contrarrestar esas nefastas canciones que no expresan nada bueno.

Esta pandemia, entre otras cosas buenas que nos ha traído, nos puede servir también para cultivar el “cántico nuevo” por el que se trata no sólo de entonar himnos con los labios, sino sobre todo de alabar a Dios con nuestra coherencia de vida”. “Canta el cántico nuevo, no con la lengua, sino con la vida” (En Ps. 32, 2,1). En otro lugar nuestro Padre añade: “Canta como suelen cantar los viandantes; cantas, pero camina; consuela con el canto tu trabajo, no ames la pereza: canta y camina” (S. 256,3). Para terminar no olvidemos que el “el que canta ora dos veces” y también es muy cierto el dicho de “Rezamos al cantar”. Pero, claro, teniendo presente lo que cantamos y procurando hacerlo bien, porque cantamos ante todo para el Señor y luego para su esposa la Iglesia.

Ángel Herrán OAR