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Copacabana: convento, curia general, casa, tesoro

El conocido convento de los Agustinos Recoletos en Madrid, hoy sede de la Biblioteca Nacional Española, es uno de los edificios más importantes de la historia de la Orden.

Coches. Ruido. El trasiego de miles de personas. Una estación de tren de cercanías. Más coches. Ambulancias. Restaurantes. Museos. Espacios culturales. Empresas. La Biblioteca Nacional de España. Es el Paseo de Recoletos, situado en el centro de Madrid, entre las famosas plazas de Colón y Cibeles. Apenas 700 metros por los cuales ha transcurrido la historia. Aquí se ubicó, entre 1853 y 1880, el primitivo e histórico Circo Price. En el número 21 de la calle se conserva el Café Gijón, lugar de tertulia que congregaba a políticos y pensadores en los siglos XIX y XX. Recoletos es hoy un espacio de paso y paseo; un sitio de modernidad y una herencia del pasado.

Orígenes

Era conocida en Madrid la zona del Prado Viejo antes de que comenzara a edificarse el convento de los Agustinos Recoletos que daría nombre al histórico paseo y a la zona. Hay que retroceder más de cuatro siglos en el tiempo. Estamos a finales del siglo XVI. Una de las protagonistas de esta historia: doña Eufrasia de Guzmán, princesa de Áscoli y marquesa de Terranova. Según algunos historiadores, el 25 de febrero de 1596, doña Eufrasia cede unos terrenos con una casa edificada para la fundación de un nuevo convento para los Agustinos Recoletos, que hacía menos de diez años habían nacido fruto de la restauración católica del siglo XVI.

La propiedad aumentó a medida que pasaban los años y los Agustinos Recoletos compraban huertas y terrenos colindantes. Al principio, los religiosos habitaban en las casas existentes mientras se construía el convento. Las obras fueron financiadas con los 30.000 ducados entregados por la benefactora, quien no podría verlas concluidas. La princesa de Áscoli fallece en torno a 1599 y los trabajos de construcción del convento y la iglesia se extendieron varias décadas.

La inauguración

En 1620 concluyen las obras. Los Agustinos Recoletos ya tenían su convento y una portentosa iglesia. Según algunos autores, pudieron ser dos agustinos recoletos, Fray Juan de Nuestra Señora de la O y Fray Lorenzo de San Nicolás, quienes diseñaran la planta y el trazado. Con motivo de la inauguración del templo, Lope de Vega, uno de los más importantes poetas del conocido como Siglo de Oro español, escribiría un extenso poema que recitó en la nueva Iglesia.

Las huertas se volvieron edificios
con mil hermosas fuentes,
cuadros de varias flores,
cipreses altos, enramadas parras,
cuyas hojas aspiran pizarras,
de suntuosas torres,
todos preciados ya de ser vecinos
de aquellos hijos de Agustín divinos,
que le han seguido con los pies descalzos.

El convento

De arquitectura sencilla, una portada de cinco pórticos con arcos de medio punto. En la parte superior, ventanas y un óculo superior en el centro de un frontón triangular. Así era la Iglesia de los Agustinos Recoletos que ya aparece en el primer plano de la ciudad de Madrid, obra de Antonio Mancelli.

El convento se hace popular entre los madrileños, que denominan la zona de la misma forma que los frailes: Recoletos. Incluso el convento también sería conocido como de Copacabana. La explicación está en la devoción que surgió en torno a la imagen de Nuestra Señora de Copacabana, que había sido traída por Fray Andrés de la Asunción desde América. La imagen mariana se dispuso en una capilla decorada con pinturas de Jordán y el Greco y esculturas de Luisa Roldán, la Roldana.

Era la única capilla que no estaba destinada al enterramiento. Las otras capillas, a uno y otro lado de la nave central, habían sido adquiridas por personajes, en general de elevado rango social, como oratorio y lugar de enterramiento. En una de ellas, la de San Juan Bautista y San Francisco, por disposición testamentaria del señor Juan Ramírez de Arellano, se ubicó la popular imagen del Cristo de Desamparo, tallado por el granadino Alonso de Mena y que se conserva en la actual Iglesia de San José.

La desamortización

La historia del convento está muy ligada a la historia del arte. Entre sus muros fue enterrado uno de los pintores más importantes del barroco español: Francisco de Zurbarán. Entre sus muros pasó sus últimos años y murió en 1648 el escritor y diplomático Diego de Saavedra.

El convento fue desamortizado en 1836. Un año más tarde sería comprado en subasta pública precisamente por el propio desamortizador: Juan Álvarez Mendizábal. El histórico edificio fue derruido y en su lugar se levantaría la Biblioteca Nacional de España. Este hecho avance, sin embargo, no frenó el avance de los Agustinos Recoletos, que siguieron recorrieron su camino hacia otros lugares. Uno de los primeros pasos se había dado precisamente en este lugar, donde en 1621 se celebró el primer capítulo general.