Actualidad

Benedicto XVI recuerda en el Ángelus a santa Mónica, madre de san Agustín

Hace tres días, el 27 de agosto, celebramos la memoria litúrgica de Santa Mónica, madre de San Agustín, considerada modelo y patrona de las madres cristianas. Sobre ella, su hijo nos da muchas informaciones en el libro autobiográfico “Las confesiones”, obra maestra entre las más leídas de todos los tiempos. Aquí aprendemos que San Agustín bebe el nombre de Jesús con la leche materna y fue educado por su madre en la religión cristiana, cuyos principios mantendrá impresos en él también en los años de desliz espiritual y moral.

Mónica no deja nunca de rezar por él y por su conversión, y tuvo el consuelo de verlo volver a la fe y recibir el bautismo. Dios recompensa las oraciones de esta santa mamá, a la que el obispo de Tagaste había dicho: “Es imposible que un hijo de tantas lágrimas se pierda”. De hecho, San Agustín no sólo se convirtió, sino que decidió abrazar la vida monástica y, al volver a África, fundó él mismo una comunidad de monjes.

Conversión

Conmovedores y edificantes son los últimos coloquios espirituales entre él y su madre en la tranquilidad de una casa de Ostia, a la espera de embarcarse para África. En aquel momento, santa Mónica se convertía, para su hijo, en “más que madre, la fuente de su cristianismo”. Su único deseo había sido durante años la conversión de Agustín, a quien en ese momento veía orientado incluso hacia una vida de consagración al servicio de Dios.

Podía por tanto morir contenta y efectivamente murió el 27 de agosto del 387, a los 56 años, después de haber pedido a los hijos no preocuparse por su sepultura sino acordarse de ella, donde quiera que se encontrara, en el altar del Señor. San Agustín repitió que su madre lo había “engendrado dos veces”.

X