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El nuevo edificio del CARDI preparado para recibir 30.000 personas al año

Los agustinos recoletos que atendían pastoralmente los hospitales, se dieron cuenta de que quienes cuidaban a los niños, madres, abuelas, familiares, se quedaban mucho tiempo con ellos. Generalmente porque los niños sufrían enfermedades crónicas. Estos familiares vivían en miedo y angustia por perder sus empleos, y sin el apoyo de nadie. Muchos procedían de estados alejados, como Oaxaca y Guerrero, y de pequeñas poblaciones rurales muy pobres.

CARDI tiene como propósito acompañar y asistir a estos familiares de personas enfermas ingresadas en el Hospital General de México, Hospital Infantil y Hospital Centro Médico Siglo XXI. También da atención y apoyo a grupos vulnerables de la Ciudad de México, principalmente de la zona más cercana, la Colonia Doctores, una de las más conflictivas de la ciudad. Este trabajo CARDI lo desarrolla gracias a la valiosa cooperación de un grupo de profesionales y voluntarios interesados en el desarrollo integral del ser humano.

El 5 de diciembre, día de la Recolección Agustiniana, inauguraron su nueva sede. Se trata de un centro de día donde la gente va a descansar, a comer, a departir y a ser escuchada. No es propiamente un albergue. Actualmente CARDI acompaña a cerca de 2.000 personas mensualmente, un número que se ha ido incrementando con el tiempo. Por ello se ha visto la necesidad de inaugurar un nuevo edificio con mayor amplitud.

Bendición

Antes de comenzar la ceremonia litúrgica, los frailes se reunieron en el auditorio para ver un vídeo explicativo de la obra CARDI y escucharon el informe de fray Francisco Javier Acero, presidente y fundador del Centro.

Ya en el acto litúrgico celebrado en la planta baja del edificio, Javier Jiménez, prior provincial de la provincia de San Nicolás de Tolentino, se refirió a la importante labor de los médicos, que sumada a la mano de Dios, generan grandes beneficios: “El CARDI no es cosa nueva, sino la extensión de algo que se ha hecho desde hace siglos. Nosotros nos sentimos no sólo satisfechos, sino orgullosos, porque además de predicar estamos dando obras que son la traducción concreta de ese amor, de esa fe que nos ha hecho abrazar nuestro ideal de vida religiosa que un día Agustín soñó, vivió y transmitió”.

Por su parte, Carlos González Castellanos, vicario de la provincia de San Nicolás Tolentino para México y Costa Rica, dijo que CARDI es una obra hecha gracias al poder del Espíritu Santo que actúa a través de quienes se disponen a recibirlo y dejarlo hacer al través suyo. “El CARDI es de la familia, somos familia. Y la obra es gracias a que la construyó el Espíritu Santo. En la medida en que lo dejamos actuar, aparecen obras maravillosas. Este edificio se construyó gracias al Espíritu Santo”. Tras haber pronunciado con sencillez y firmeza estas palabras llenas de fe y amor, el padre González leyó la carta enviada al CARDI por su antecesor, Sergio Sánchez, a quien le tocara apoyar e impulsar el inicio de esta obra.



Seis plantas dedicadas a los familiares de niños y enfermos hospitalizados procedentes de poblaciones alejadas y rurales.
Salud

He aquí unos fragmentos de la misiva que conmovió profundamente a todos los presentes, entre frailes y laicos:

“La razón de ser de esta obra son los enfermos y sus familias. Ellos son el centro. Realmente sólo entienden este proyecto quienes están en contacto con la gente de los hospitales. Quienes han compartido de cerca con las familias y los enfermos, tarde o temprano nos regalan un testimonio con esta clave: “yo recibo más”. Así que si queremos una obra con alma y con vitalidad, la tienen que venir a ocupar los destinatarios primeros: lo cual significa que todo el que llegue a este edifico se sienta en casa y en familia”.

“La tarea no está concluida, más bien hemos abierto más espacios para que muchos más puedan sumarse y escribir páginas de solidaridad y esperanza, de oración y fraternidad”.

Al término de la ceremonia litúrgica y la bendición comunitaria, los sacerdotes recorrieron los seis pisos del edificio, desde el estacionamiento subterráneo hasta la azotea para rociar el agua bendita. Mientras, los representantes de los distintos ministerios de la Orden, benefactores, directivos y voluntarios permanecieron en la planta baja escuchando la música de Los Hermanos Castro. Entre canto y canto, se escucharon testimonios emocionantes de madres e hijos que han recibido los distintos apoyos del CARDI durante sus largos tratamientos en el hospital.