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El Papa recuerda a san Agustín durante la Jornada Mundial de la Juventud en Sidney

La Jornada Mundial de la Juventud 2008 fue un éxito para la Iglesia católica y su pontífice de 81 años, el Papa Benedicto XVI. El 20 de julio asistieron a la misa de clausura unas 400.000 personas. Al dirigirse a los católicos, el Papa hizo hincapié en la unidad. Sus palabras en la vigilia con los jóvenes ofrecieron todo un panorama de la teología de la unidad. Benedicto XVI dio un esbozo del esfuerzo de san Agustín por explicar el significado de la Trinidad, la doctrina central del cristianismo, y lo utilizó para hacer una llamada a la unidad dentro de la Iglesia.

Benedicto XVI se ayudó después de san Agustín para ahondar en esta cuestión ante los jóvenes, muchos de ellos niños y menores de edad, y les indicó que el pensamiento del teólogo "evolucionó gradualmente". "Cuando era joven él siguió el maniqueísmo", les comentó antes de añadir: "Esto le guió a tres particulares pensamientos acerca del Espíritu Santo como el enlace de la unidad entre la Santísima Trinidad: unidad como comunión, unidad amor que habita y unidad de dones y ofrecimiento".

Vacío espiritual

Dirigiéndose a todos los australianos, el Papa lamentó en la homilía de la misa de clausura que “en muchas de nuestras sociedades, junto a la prosperidad material, se está extendiendo el desierto espiritual: un vacío interior, un miedo indefinible, un larvado sentido de desesperación”. Y en diversas ocasiones atribuyó este vacío a la plaga del relativismo, a la creencia de que no hay verdad.



La Jornada Mundial de la Juventud 2008 fue un éxito para la Iglesia católica y su pontífice de 81 años, el Papa Benedicto XVI.
“Lamentablemente –manifestó Benedicto XVI-, la tentación de ‘ir por libre’ continúa. Algunos hablan de su comunidad local como si se tratara de algo separado de la así llamada Iglesia institucional, describiendo a la primera como flexible y abierta al Espíritu, y a la segunda como rígida y carente de Espíritu.”

“La unidad pertenece a la esencia de la Iglesia –continuó el sumo pontífice-; es un don que debemos reconocer y apreciar. Pidamos esta tarde por nuestro propósito de cultivar la unidad, de contribuir a ella, de resistir a cualquier tentación de dar media vuelta y marcharnos. Ya que lo que podemos ofrecer a nuestro mundo es precisamente la magnitud, la amplia visión de nuestra fe, sólida y abierta a la vez, consistente y dinámica, verdadera y sin embargo orientada a un conocimiento más profundo”.

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