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El Prior General recibe un homenaje en Manizales durante su visita a las 23 comunidades de la Orden en Colombia

Según dicho famoso del papa Francisco, para ser buen pastor de la Iglesia hay que “oler a oveja”. Quiere ello decir que la función del obispo o del sacerdote no consiste en ser buen administrador o un funcionario eficien te, sino en estar en contacto con los fieles haciendo propios sus problemas y aspiraciones. Lo mismo se puede afirmar de los superiores de una comunidad religiosa y, con mayor razón, del Prior General de una Orden.

Por eso, en el caso del prior general de los agustinos recoletos, Miguel Miró, una de sus obligaciones primeras es visitar las comunidades, tomándoles el pulso y exhortando a los religiosos a perseverar en la mejor vivencia del propio carisma. Es lo que había realizado en China en la segunda quincena de agosto, y lo que ha venido haciendo en Colombia desde finales del mismo mes. El pasado 29 de agosto, nada más celebrar la fiesta de san Agustín, volaba a Bogotá para, desde este centro de operaciones y en coordinación con la curia de la provincia de Nuestra Señora de la Candelaria, dedicar todo un mes a visitar las 23 comunidades recoletas de Colombia.

Viajó primero a la misión de Casanare, actual vicariato apostólico de Trinidad, en la parte nororiental del país. Y después ha ido recorriendo las 19 parroquias y cuatro templos, así como las ocho instituciones académicas (una universidad y siete colegios) que la Orden tiene en el país sudamericano. Un cuidado especial reservó a los tres seminarios donde se forman los jóvenes aspirantes a la vida agustino-recoleta.

Homenaje en Manizales

Haren Interior de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús Dos hitos principales jalonan la visita del General a las comunidades colombianas. En primer lugar, el acto de clausura, el pasado 14 de septiembre, del Año Centenario de la concesión del breve Religiosas familias, por el que el papa san Pío X confería el título de Orden a los agustinos recoletos.

El segundo hito tuvo lugar en la ciudad de Manizales (Caldas), donde la Orden cuenta con dos comunidades: la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús y la casa de formación San Agustín, en la zona conocida como La Linda. A Manizales llegaba el Prior General el día 25, y ese día y el siguiente tuvo lugar en el espléndido templo neogótico del Sagrado Corazón una Semana Histórica Agustiniana cuyo lema, “112 años evangelizando”, aludía al tiempo transcurrido desde que los recoletos se instalaran en la capital cafetalera, el 2 de marzo de 1901. Lo que entonces era, según descripción de Miguel Miró, “la periferia de la ciudad, una zona pobre y surcada de arroyos”, hoy es oficialmente el reconocido barrio de Los Agustinos.

Las actividades que se sucedieron estos dos días fueron variadas. Se abrió la Semana con un concierto a cargo de la Orquesta de Cámara de Caldas. Siguió el acto emotivo del reconocimiento institucional a los agustinos recoletos en la persona de su Prior General. A fray Miguel Miró se le hizo entrega de la llave de oro del municipio de Manizales, así como una distinción del Gobierno del departamento de Caldas. Asimismo, Miró recibió un diploma del Centro de Historia y otro de la Asociación de Periodistas de la ciudad de Manizales. La Semana se completó, en fin, con dos conferencias: una, sobre “Los agustinos recoletos en Manizales. Una Historia”, a cargo de Juan Pablo Jaramillo Rivera, del Centro de Historia de Manizales, y la segunda (el día 26) sobre «Los vitrales de la Iglesia de los Agustinos», por Vicente Fernán Arango Estrada.

Discurso de agradecimiento

En obligada respuesta al homenaje, el Prior General pronunció un discurso que empezó por agradecer a las autoridades las distinciones recibidas. Después evocó el momento de la llegada de los primeros recoletos, la construcción del primer templo, hecho de madera, y la edificación durante doce años (1914-1926) del actual, “uno de los más bellos de Colombia y de la Orden”, según afirmó.

Además de la hechura del actual templo parroquial, “con aires de basílica”, Miró destacó la importancia de los espléndidos vitrales, que “permiten que la luz del Misterio coloreada por los santos agustinianos se haga vida”. Y no olvidó mencionar el órgano de 3.000 tubos, traído desde Barcelona (España) en 1908 y restaurado al cumplir los 100 años, que “acompaña con armonía la fervorosa oración del pueblo al Sagrado Corazón de Jesús”. Este órgano de tres teclados, que pasa por ser el más grande de Colombia, protagonizaría en los días siguientes varios conciertos y visitas guiadas.

Y concluía el General su discurso con una reflexión que, a partir de un pasado ya lejano, extraía para el presente lecciones de vida: “Los agustinos recoletos de Manizales no se desalentaron ante las dificultades. Éstas les estimularon a confiar más en el Señor y a seguir trabajando con empeño. Podemos decir que incluso los hicieron más creativos y los mantuvieron más unidos al pueblo. Nosotros deseamos servir a este pueblo, impulsar la nueva evangelización, promover la justicia y construir la paz en Manizales, en Colombia y en todo el mundo. Para realizar obras grandes necesitamos estar todos unidos, los que vienen a la iglesia y los que ven el templo desde fuera. Todos somos hijos amados de Dios”.

En fin, de todo ello quedó la debida reseña en la prensa local que, no contenta con ello, entrevistó al Prior General. El diario más conocido de Manizales, La Patria, en su edición del 26 de septiembre, le planteaba diversas preguntas sobre temas tan variados como la renovación de la Iglesia, la paz en Colombia y la labor del papa Francisco. Y otro tanto hizo alguna de las televisiones locales.

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