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La conversión de san Agustín ilumina la primera encíclica del Papa Francisco, centrada en la fe

Las citas agustinianas son del todo oportunas y pertenecen a un ámbito amplio de obras, desde los Comentarios a los salmos, los Sermones, las Confesiones, su tratado Sobre la Virginidad, hasta obras poco conocidas como Sobre la continencia, o el librito de su polémica pelagiana Sobre el matrimonio y la concupiscencia.

La encíclica no olvida uno de los iconos agustinianos de la fe, el de la mujer que sufría de hemorragias (Lc 8, 45-46), a la cual san Agustín se refiere en varios sermones (243,2; 244,3; 245, 3 y otros), poniendo de manifiesto, como señala el Papa, la gran diferencia que existe entre tocar a Cristo sin fe, por mera costumbre, y tocarle con fe, como lo hizo aquella mujer. De aquí, y como expresión de lo que es la fe, la encíclica ha recogido una hermosa frase agustiniana: “Tocar con el corazón, esto es creer”(s. 229L, 2).

Palabra que ilumina

San Agustín descubrió en la filosofía platónica y neoplatónica una serie de verdades que le ayudaron, por una parte, a superar el pensamiento y la filosofía maniquea, y por otra a descubrir en la filosofía griega las “semillas del Verbo”, es decir las verdades de la fe que se escondían en el pensamiento filosófico pagano. No obstante, la revelación cristiana lo llevará más allá de los límites de la filosofía pagana, hasta descubrir que la luz que ilumina los misterios del hombre es la luz del Verbo hecho carne.

La fe es, pues, como señala el Papa, una luz que a la vez es una Palabra. Una palabra que ilumina, como le sucedió a san Agustín en el huerto de Milán, al escuchar las palabras –“Toma y lee” que venían de la casa vecina, que le invitaban a tomar entre sus manos el códice de san Pablo y leer la invitación de Dios a convertirse. En la encíclica se hace alusión a esta famosa escena en la que san Agustín, a la luz de la Palabra de Dios que lee, se siente movido a la conversión. Se trata de un pasaje al que ya Benedicto XVI había hecho referencia en la homilía pronunciada el 22 de abril de 2007 en Pavía (Italia), al hablar de las tres conversiones de san Agustín. No obstante, ahora esta alusión agustiniana va más allá. Se acentúa la importancia de la Palabra como luz que ilumina el corazón del hombre. Por ello se cita un texto del tratado agustiniano Sobre la Trinidad, donde se señala explícitamente que Cristo es: “la palabra que resplandece dentro del hombre”.