Itinerario

Para ser Agustino Recoleto es necesario avanzar en un itinerario vocacional y formativo que tiene como objetivo el discernimiento y estudio de la fe y de Dios, a quien uno se consagra.

El Itinerario Vocacional Agustino Recoleto (IVAR) es una herramienta fundamentada en el carisma Agustino Recoleto, para facilitar que las personas acompañadas maduren su decisión vocacional; aquella que el Señor sembró en su corazón. Y lo principal es que el IVAR anima e inspira un acompañamiento vocacional cercano, empático y competente, desde la propia respuesta vocacional.

Inspirado en el trabajo del sembrador, el itinerario se divide en tres etapas:
• Arar o preparar la tierra: aquí se refiere al desafío de crear una cultura vocacional.
• Sembrar o entregar la semilla: aquí se refiere al anuncio del kerigma vocacional para el despertar vocacional.
• Cultivar o cuidar la planta para que ésta dé fruto: aquí se refiere al cultivo de la vocación a través del acompañamiento.

 

ARAR 

Arar implica la acción esmerada de preparar y disponer la tierra para la siembra. Este trabajo conlleva, sobre todo, remover la tierra para que se ablande y esté suelta, quitar las piedras y hierbas grandes, echar algún tipo de abono y diseñar los surcos. Se hace aquí una alusión directa al empeño que existe en toda la Iglesia de continuar generando una cultura vocacional; la cual consiste fundamentalmente en recrear estos entornos favorables -ambientes vocacionalmente significativos o “comunidades vocacionales”- que necesita una vocación para echar raíces, crecer, florecer y dar frutos.

 

SEMBRAR

La labor de la siembra consiste en entregar la semilla a la tierra con confianza y esperanza. Es la tarea más directamente relacionada con hacer llegar de diversos modos a cada terreno dispuesto –corazón del ser humano- el mensaje de la Buena Noticia que contiene las palabras de Jesús referidas en el Evangelio. El sembrador vocacional colabora diligentemente en la siembra de la Palabra.

 

CULTIVAR

Esta etapa busca que, a través del acompañamiento, la persona vaya elaborando poco a poco una respuesta auténtica, libre, consciente y madura delante del Señor que le llama para algo concreto. Comporta para la persona vivir la aventura del afianzamiento de esa intuición irrenunciable, propia de la fe que experimenta en su corazón como una llamada personal del Señor.

 

Etapas formativas de un Agustino Recoleto

• Aspirantado. El fin propio del aspirantado es ayudar a la persona con inquietud vocacional a estudiar más fácilmente las señales de una posible vocación y, mediante una formación sólida, prepararlos para seguir a Cristo con ánimo generoso y corazón puro. Puede realizarse en una casa de la Orden o haciendo un seguimiento externo del candidato con encuentros periódicos. Su duración depende del perfil personal.

• Postulantado. El postulantado es el período, inmediatamente previo al noviciado que se realiza ya en una casa de la Orden. Lleva consigo una cierta experiencia de la vida comunitaria y la convivencia con los miembros de la comunidad, con el fin de tener un conocimiento mutuo conveniente. Normalmente esta etapa coincide con los estudios de Filosofía. Su duración depende del perfil personal.

• Noviciado. El noviciado tiene como finalidad que la persona conozca mejor la vocación divina y precisamente la propia de la Orden, experimenten el modo de vida de ésta, conformen su mente y su corazón con el espíritu de la Orden y puedan ser comprobadas su intención e idoneidad. Tiene duración de un año.

• Profesión simple. Con la profesión simple se inicia la etapa en la que el nuevo profeso enriquece su vida consagrada con una intensa dedicación a la oración y al estudio. Esta dedicación le ayuda eficazmente a madurar su vocación, de cara al compromiso definitivo con Dios en la profesión solemne, y a prepararse debidamente para su futuro apostolado.

• Teologado. En la etapa de profesión simple se desarrolla el estudio de la Teología junto con otras disciplinas agustinianas y de historia y espiritualidad de la Orden.

• Experiencia de inserción comunitaria. Finalizados los estudios de Teología, los profesos tienen una experiencia de inserción comunitaria colaborando en alguno de los ministerios de la Orden.

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